Si revisamos a Berger (2008) “Desarrollo y Economía Feminista”,
la economía feminista es una corriente de pensamiento económico heterodoxo que
ha hecho énfasis en la necesidad de incorporar las relaciones de género, como
una variable relevante en la explicación del funcionamiento de la economía y de
la diferente posición de los hombres y las mujeres como agentes económicos.
Uno de los temas en los cuales debemos hacer hincapié es en la
necesidad de recuperar la noción de provisión de bienestar individual y colectivo
como objetivo fundamental de la economía, en el cual las grandes brechas de género
lo restringen.
Se trata de pensar cuales de estas modalidades son más adecuadas
en un país y momento determinado para mejorar el nivel de bienestar en conjunto
de la población y establecer relaciones crecientes equitativas de género y
clase.
Como las mujeres asumen el costo individual de la reproducción,
reciben salarios inferiores por su condición de mujeres y en general están en
las tareas menos calificadas, sin tomar en cuenta las injusticias en las que
caen.
Amartya Sen nos recuerda que el proceso de desarrollo económico es
el proceso de aumentar las capacidades de la gente, aumentar sus grados de
libertad. En américa latina considerada como la región más desigual del mundo,
se debe tender a aumentar el desarrollo económico transformado las relaciones
de género para lograr un desarrollo sustentable.
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